sábado, 31 de marzo de 2012

En tercera persona: de las postas coloniales al amontonamiento moderno


Esta vez no viajé. Y creo que no voy a viajar por un buen tiempo. Pero contaré un recorrido que hizo una pareja amiga la semana pasada.

Salieron en auto a la mañana de Roca, como siempre que viajaban. El cansancio terminó por ganarle la batalla esa tarde al conductor, y pararon en Mercedes.  Ya estaban en Córdoba, el punto elegido para revivir algo de lo que fue el Camino Real hace 500 años. En esta vía que llegaba hasta Perú había “postas”, lugares donde quienes hacían el recorrido hasta allá arriba podían parar a dormir.
Las postas: era el objetivo de estos viajeros del siglo XXI. Conocerlas a todas en esa provincia. Pero la parte femenina de esta pareja se cansó. Y como bien dijo él mientras contaba sus peripecias ya de regreso: “es para los que les gusta la historia”.
Asique se desviaron hacia el este y llegaron a Luján, provincia de Buenos Aires. Lo religioso era mas afin a ella. Y también había un museo “deslumbrante”, para él. De todas formas, lo más impresionante para ambos estaba por suceder.
Se les ocurrió ir en colectivo hasta la capital (en auto es mucho despelote, dijeron, bah dijeron otra palabra, pero no está bueno decirla acá).  Hasta ahí todo bien: qué lindo Florida, el ritmo siempre hipnotizante de la gran ciudad. Y a la vuelta, a la vuelta…quisieron tomar el tren hasta Luján.  Ya en el andén, una gran masa humana esperaba el arribo. Cuando llegó la formación, otro gran grupo quiso bajar de ella. Y fue así que se vieron transportados en el aire, tipo recital multitudinario, en medio de una marea que los depositó en algún vagón. Juntos eso sí. Allí, iban apretados a mas no poder y había gente que aún empujaba para poder entrar. “Señora, córrase un poco, porque ahí la van a aplastar”, se apiadó un avezado niño de la mujer, que agarraba su cartera con todas sus fuerzas. Entonces lo decidieron: como si se les fuera la vida empujaron para salir rápido. Luego tomaron el micro de regreso (les salía unos 10 pesos, contra 1,30 del tren).  
En el recuerdo, el análisis y el relato de lo sucedido comprendieron Once, TBA, los subsidios, los 51 muertos y a los porteños.