“Hay 2 o 3
días sin cenizas y uno se ilusiona que todo va a mejorar, pero entonces vuelve
a aparecer y te das cuenta que esto va a seguir así por años”. “No sé cuánto
más voy a aguantar”.
Las frases
escuchadas mientras se conversaba con un dueño de cabañas en Villa la Angostura
podría resumir el espíritu por estos días de sus habitantes.
Ellos sienten
que la villa ya no es como era . Sin embargo, para alguien que la visitó en la actualidad no
es para tanto. Es más, recomendaría a los foráneos que aprovechen los precios
que tienen alojamientos y algunos lugares para comer, porque vale la pena. La mayor parte del tiempo la ceniza sólo se
ve como una pequeña bruma sobre sus paisajes.
Al fin y al cabo, si damos vuelta la popular frase: “mona vestida de
seda, mona queda”, se podría decir que “lugar bello cubierto con
ceniza lugar bello es igual”. Y La Angostura, quién lo puede negar, es uno de
los lugares más lindos de la cordillera.
Esto en cuanto
a lo estético. Porque otra de las postales que se me quedaron grabadas fue la
de una vaca intentando tomar agua en un lago cubierto de piedra pómez, casi en
el límite con Chile. Y una no puede evitar pensar en los productores y si lo
están sufriendo tanto o más que los que invirtieron en grandes complejos
turísticos en La Angostura.
PD: El bonus
de este viaje fue un medio día en Bariloche. Al llegar allí, otra imagen queda
en la retina: la de una hamaca con vista privilegiada del Nahuel Huapi, pero
vacía y con el piso blanco, casi como el resto de las montañas de alrededor.